Te platicamos de qué manera la perspectiva de género está revolucionando la manera de pensar y de hacer arquitectura. Sigue leyendo.
Desde hace unos años que el discurso de género está ganando espacio dentro de los espacios públicos, con movimientos como #NiUnaMenos, #HeForShe y #MeToo, como intentos de generar un debate hacia la equidad de género y la brecha salarial entre hombres y mujeres. La arquitectura no es la excepción en cuanto a espacios e industrias en donde se están llevando a cabo estas reflexiones.
El año pasado, la Bienal de Arquitectura de Venecia fue dirigida por dos mujeres, Yvinne Farrel y Shelley McNamara. La participación femenina en foros de arquitectura crece de manera importante alrededor del globo, y quizás para el 2020 podremos observar alguna ganadora del reconocido premio Pritzker.
Zaida Muxi, eminente arquitecta y urbanista española escribió hace un año un artículo fundamental para entender un urbanismo con perspectiva de género llamado precisamente así, “Hacia un urbanismo con perspectiva de género”, en donde explica de manera sencilla e inteligente cómo crear ciudades por y para las mujeres, pero no desde una manera exclusiva ni excluyente., sino simplemente rescatando lo que le ha sido denegado a la mujer desde hace tiempo.
Dentro del artículo, Zaida expone cómo la enajenación nos ha sobreidentificado a las mujeres con los hombres y con sus símbolos, y como al contrario, la masculinidad se ha desidentificado de las mujeres y de sus símbolos, lo cual ha desencadenado, sin duda, en una sociedad creada por y para los hombres. El imaginario político no puede más expresar únicamente a los hombres y a lo masculino, aunque esto de ninguna manera implica la supremacía de las mujeres, sino simplemente repensar las formas y crear nuevos espacios.
De esta manera, lo que busca el urbanismo con perspectiva de género es crear, mantener, proyectar y planificar ciudades desde y para las mujeres. La mujer no vista como una minoría, sino posicionándolas en el centro para ser agente activa de derechos, y así romper con la asignación de roles excluyentes.
Para la autora, la diferencia entre hombres y mujeres no tiene porqué significar desigualdad, pero atender estas diferencias creando políticas y arquitecturas acorde, permite una mayor igualdad, tener políticas urbanas más inclusivas y generar equidad de oportunidades en cuanto al acceso de los derechos en la ciudad.
Sin duda un tema del cual se desprenden miles de aristas y que resulta imperante indagar.
